Archivo de la categoría: Novela

Llévame al cielo (Carla Guelfenbein)

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Llévame al cielo (Carla Guelfenbein)

La novela juvenil siempre ha contado, quieras que no, con cierta condescendencia por parte de la literatura destinada a adultos. Algo así como «nos alegra que existas; algún día crecerás y pasarás a ser una obra seria». ¡Ah!, las pijadas los prejuicios…

Bien es cierto que a principios de este siglo la novela juvenil ha sufrido un boom de popularidad que ha dado pie a la divergencia entre aquellas obras que se suben al carro del mainstream (a quién no le amarga un dulce, amigos), y las novelas que mantienen un nivel de dignidad en sus historias, sean éstas destinadas al público joven o no, e independientemente al exitoso mercado que viene rodeando este tipo de literatura. Poderoso caballero es don dinero, citando a Quevedo, y todos aspiramos a ser superventas. No tiene nada de extraño.

Pues bien, por lo que me concierne «Llévame al cielo« entraría en la primera de estas categorías. La trama viene narrada por el personaje principal y en primera persona: Emilia. Un desastroso drama familiar y el correspondiente sentimiento de culpa le llevan a un centro psiquiátrico para adolescentes donde hace amistad con otros personajes, juguetes rotos todos ellos.

Emilia es la chica frágil y sola que podría ser protagonista en cualquier obra de amor juvenil, como tantas otras. Reconozcámoslo, no es tan diferente. Pero en este caso, si consigue levantar cabeza no se debe a luchas vampíricas u otras extraordinarias circunstancias de ficción. Tampoco a su férrea voluntad de mujer, que despierta en plena pubertad para enfrentarse a las maduras adversidades reales, convirtiéndole en una valiente luchadora de la vida adulta.

Emilia es una enferma. Sufre un duro shock traumático y sigue un tratamiento médico; súper importante a la vez que latente a lo largo de la narración. Por supuesto, existe un detonante en esta historia, un antes y un después, el inicio de lo denso en la trama, y esto es el hecho de establecer relaciones sociales (vital para el ser humano). Más allá de todo esto, lo que hace más especial «Llévame al cielo« es a los integrantes de estas relaciones: chavales especiales, tristes, o solos, doloridos; sus correspondientes emociones, extravagantes para el resto. Las carencias emocionales, las inseguridades.

Por lo demás se trata de una novela sencilla. Entretenida. Sin más ambiciones.

El hecho de mezclar el mundo adolescente con el de las enfermedades mentales le sale bastante interesante a Guelfenbein. «Llévame al cielo« resulta una novela emotiva sin caer en el sentimentalismo. Los sentimientos no terminan siendo empalagosos, con el riesgo que supone para una novela como la que nos ocupa. Bien es cierto que Guelfenbein mantiene una parte crítica de lectores que consideran cursis sus historias.

Aquí podéis echar un vistazo al tráiler del vídeobook. Y salís de dudas.

 

Sorry (Zoran Drvenkar)

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Sorry (Zoran Drvenkar)

El germen inicial para Sorry es la puesta en marcha por parte de 4 amigos de una empresa  dedicada a disculparse en nombre de otros ante un tercero. Puesto que esto es novela – y por tanto ficción – dicha empresa tiene un inusitado éxito, partiendo de la premisa de que los acuden a ella asumen que así se eximen de  aceptar la propia culpabilidad. Cuestión más que discutible, amigos. Porque de lo que se trata realmente es que se da por hecho que existe quien no sea capaz de pedir disculpas por sí mismo.

El perdón, la culpa, el arrepentimiento, son cuestiones pero que muy intensas por lo que tienen de íntimas, a la vez que se trata de profundos y a menudo vergonzosos sentimientos que compartimos todos los que nos consideramos en algo humanos. Ya lo expuso sabiamente Dostoyesvki.

El juego de asumir o no responsabilidades y aceptar que otro lo haga por nosotros, aún con transacción económica de por medio, va a ser la espina dorsal de todo lo que acontezca en esta historia.

Los protagonistas montan una agencia y se mudan a una increíble mansión a orillas de un lago en Berlín. Y podría ser como ésta misma, mirad qué ideal para una novela de crímenes.

Ahora bien, lo cuestionable de lo productivo que pudiera ser el tinglao no debe distraernos más de dos minutos, puesto que sólo se trata del pistoletazo de salida para la  oscura y mórbida trama real de novela negra que nos tenía reservada Drvenkar. Hasta ese momento Sorry puede hacerse densa y hasta aburrida con tanta presentación de la psique de los protagonistas. Pero el giro en la historia es inesperado y tiene bastante de macabro. No seré yo quien haga ningún spoiler. Desenredar esa madeja os va a llevar a otra serie de siniestras urdimbres sobre la psicopatía, personalidad múltiple, pederastia,  remordimientos. El maravilloso mundo de el bien y el mal, con todo aquello que  quita el sueño a los filósofos desde el albor de los tiempos. Lo explica mucho mejor el propio autor en el siguiente vídeo de Canal L.

Como colofón: para hacer una buena novela negra no hace falta tanta profundidad en los espíritus retratados; tampoco tantos saltos en el espacio/ tiempo. Basta con un buen crimen y una serie de pistas que no nos hagan perder la paciencia y nos dejen sorprendidos y sin aliento justo en la página final. En ese sentido Sorry cumple dignamente, no dejando ningún cabo suelto. Aunque a menudo resulta apelmazado a la hora de mantener la intriga y confuso en la narración de sus tramas. Fue premio Friedrich Glauser 2010 a la mejor novela negra de Alemania, Suiza y Austria.

 

Los asquerosos (Santiago Lorenzo)

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Los asquerosos (Santiago Lorenzo)

Santiago Lorenzo es uno de esos autores con trayectoria; no solo en lo que a las letras se refiere, sino en el  mundo cultural en general. Su recorrido incluye el ámbito del cine, como guionista y director, pasándose después al mundo de la escenografía y muñecos de animación. Finalmente decidió dejarlo todo y vive en una aldea, cual escritor de culto underground, dedicado a la literatura.

«Los asquerosos» no es su primera novela, pero sí ha sido con la que ha pegado el petardazo este pasado 2.018, con unas ventas inusitadas en el mundo de las pequeñas editoriales, llegando a colocarse en la lista de los más vendidos , y dejando tras de sí aquello de ser buenísimo para unos pocos.Santiago Lorenzo. Comunidad Lectora

Las aclamaciones y buenas críticas a la prosa de Santiago Lorenzo por parte de otros autores que aparecen en la faja del libro, ya se merecen que su madre las ponga en un marco en la pared de casa. En la entrada, con todo el orgullo.

En pocas palabras: se le considera un soplo de aire fresco, perfecta combinación de  profundidad y comicidad. Este alquimista equilibrio del 50% es delicada, pero no suele fallar. Me gusta el decálogo que le han hecho a «Los asquerosos» en El Periódico.

La historia es lo más importante. Partiendo de una infelicidad de origen, con bastante de crítica social, siempre con mucho humor. Por sus formas cómicas recurrentemente se le compara con autores más clásicos como Jardiel Poncela, Eduardo Mendoza o Mihura, ¿por qué? Pues porque todos ellos nos ponen delante una realidad bastante cruda, pero siempre percibida con unos anteojos (los suyos) que hacen al mundo un lugar ridículo y caricaturesco.

¿Qué puedes encontrar en «Los asquerosos»?

Manuel es un chaval esclavo de las condiciones sociales y laborales de este siglo. Hijo único, desatendido por sus padres, se busca la vida a través de un injusto y explotador trabajo que le permite malvivir en una infravivienda del centro. ¿Te suena? Su vida cambia radicalmente cuando se encuentra con un policía antidisturbios, y de manera ilógica y contra todo pronóstico, el herido es el otro. Su huida y devenires son narrados por una tercera persona. Sin diálogos.

La estepa española. El aislamiento, bien como necesidad, bien como imposición. Salvación en algunos casos, lamentable motivo de abandono del entorno en otros. La tristísima despoblación.

La tecnofilia y el urbanita «cuñado». Dependencia de las nuevas tecnologías, de la proyección de una vida ideal y falsa. El querer aparentar y saber de todo.

El vocabulario. Cientos de palabras inventadas, muy a lo Poncela. Sustantivos, epítetos,  a veces complejas comparaciones y giros lingüísticos.

Dimensión política. El sucio fluir del apestoso torrente de insatisfacción vital, explotación laboral, soledad, el abuso de poder o la injusta legislación, que se percibe a través de toda la narración.

Por lo demás, la clásica y machacona crítica a la burguesía (clase media, clase trabajadora, quiero y no puedo… lo dejo a vuestra elección) en sus más sutiles aspectos, puede acabar siendo un pelín repetitiva.

 

Hambre (Knut Hamsun)

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Hambre (Knut Hamsun)

Cómo definir «Hambre»… Su protagonista no tiene nombre, edad, orígenes ni familia. Sólo conocemos su profesión: periodista. Pero no tiene trabajo fijo, lo que le ocasiona una angustia vital terrible, cruda, delirante.

La obra está escrita en primera persona; es desgarrador estar en la mente del protagonista y conocer al detalle todos sus delirios. Porque tiene hambre, frío, está enfermo. Y totalmente solo. Únicamente él sabe por lo que está pasando.

Algunos han relacionado la narración de esta angustia vital con el existencialismo, esa corriente filosófica que afirma que existe un miedo irracional e incontrolable en el mero hecho de enfrentarse a la vida. Sin embargo en un caso como en «Hambre» no se trata tanto de sentir la ansiedad que pueda provocar la conciencia de estar vivo – aunque está ahí y el paralelismo es obvio – , como de no tener cubiertas las necesidades más básicas. Vive en el Oslo (o Kristianía) de finales del S.XIX. ¿¡Podríais siquiera imaginar el frío que podría estar pasando ese pobre hombre!? En «Hambre» casi lo llegas a sentir.

En esta línea del comportamiento humano frente a las adversidades y el planteamiento vital del individuo, Knut Hamsun ha sido comparado con autores como Kafka o Dostoievski. Con esto quiero deciros que «Hambre» es una obra que debe afrontarse con los ojos cerrados y la consciencia bien lúcida.

El protagonista tiene hambre. Tanta hambre que sufre desvaríos y alucinaciones. Su situación le lleva a desajustes psicológicos. En los momentos de más lucidez, la exposición de su propia situación es tan descarnada y tan alejada de sentimentalismo que se te caen las lágrimas leyendo cosas como ésta:

“Iba decayendo a medida que avanzaba; me sentía pesado y caminaba arrastrando los pies. La nieve continuaba cayendo en grandes copos húmedos. Fui hasta la Iglesia; me senté a descansar. Todos me miraban con asombro. Me abismé en mis pensamientos.  ¡En qué triste estado me hallaba!»
'Hambre', Kanut Hamsun. Comunidad Lectora

‘Hambre’ tiene una versión cinematográfica de 1.966

«Tan profundamente hastiado y fatigado me sentía de toda mi vida miserable que, a mi juicio, no valía la pena luchar más para conservarla. La adversidades había tomado la delantera y había sido muy ruda; yo estaba extraordinariamente destrozado, no era más que la sombra de lo que había sido”

… sin embargo los momentos en los que su ánimo se viene arriba… ¡Ah!, despiertan tanta ternura…

No quiero dejar de mencionar el hecho de que que Hamsun fue un acalorado defensor del nazismo y la Alemania nazi en general. Recibió el Nobel de Literatura en 1.920 y envió su medalla del premio como regalo a Joseph Goebbels.

 

El lobo estepario (Hermann Hesse)

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El lobo estepario (Hermann Hesse)

El lobo estepario es una de las novelas de mayor renombre de la Literatura del S.XX. Inicialmente se presenta como una novela, aunque según avanza en la profundidad del personaje protagonista acabas percatándote de que te falta el oxígeno, y entre bocanada y bocanada de aire resultó que estás atrapado en el puro existencialismo, y te encuentras leyendo un tratado de Filosofía.

Me explico: en mi caso, El lobo estepario ha sido ese regalo que se te presenta seductoramente envuelto y para el que guardas grandes expectativas. Se inicia con una introducción sobre el protagonista, Harry Haller, que le hace un supuesto conocido y  después de la cual me dejó con muchas, muchas ganas de echarme a Haller en cara. A ver qué narices era eso de ser un lobo estepario.

Me dispongo a abrir mi regalo.

Cuando el propio Harry toma la palabra y  narra sus vivencias en primera persona, hablando de lo que supuestamente es una personalidad compleja y atormentada, me encuentro con cargantes y reiteradas exposiciones de un cincuentón descontento y depresivo. Sin mayor calado. Lamentaciones de alguien sin aspiraciones sobre su propia vida que pretende hacernos ver  una profundidad de carácter en el mero hecho de ser sencillamente algo asocial. Chin púm 😦

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Finalmente resulta únicamente que Haller es un intelectual instisfecho y desencantado de la vida,  quien no reconoce un lugar propio en este mundo y por lo cual reniega – insistente y machaconamente – de la burguesía. Como veis, ese encanto inicial que se le sospechaba al protagonista acaba siendo simple y llanamente la historia de un hombre triste y decepcionado, con un carácter poco o nada  interesante, pero que se autodenomina a sí mismo «lobo estepario».

Esto es: un globo pinchado.

Ahora bien… ¡lo bueno empieza al final de la obra! Ahí es cuando Hesse se desmarca de esa reiterada insistencia en contarnos cómo es Harry para directamente ponerlo en acción. Conoce a una mujer que lo hace cambiar de aires, Haller empieza a sentir las contradicciones entre lo que siempre ha sido y lo que está empezando a ser, y de repente lo invitan a un fantástico y misterioso teatro… Sin duda, la mejor parte de El lobo estepario, donde lo onírico hace que olvides al plasta de las 70 páginas anteriores, cierres los ojos, escuches un saxo y sientas esas ganas de bailar un fox trot

No para cualquiera, sólo para locos…

 

 

Bomarzo (Manuel Mújica Láinez)

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Bomarzo (Manuel Mújica Láinez)

Bomarzo es un lugar real, un estrambótico jardín situado cerca de Viterbo, en Italia, donde se cuenta que el propietario, el duque Pier Francesco Orsini, encargó en el S.XVI un emplazamiento plagado de gigantescas esculturas fantásticas donde llorar la muerte de su esposa.

Mújica Lainez. Comunidad Lectora

Venga, dispara esa foto, que tengo que escribir un libro.

Este sitio impactó a Mújica de tal forma, que decidió emprender la recreación de la vida del duque. Y el retrato de este personaje es la espina dorsal de «Bomarzo«. 

Pier Francesco Orsini – familiarmente Vicino – es en «Bomarzo« el contrahecho hijo menor de una poderosa familia, (amigos: el Renacimiento no fueron sólo los Borgia, aconsejo un poco de documentación sobre los Orsini, dolce far niente!), para el cual no se espera gran cosa una vez descartado el hecho de que no va a morir tras su nacimiento (¡¿por qué me estoy acordando de los Lannister?!).

La configuración de su compleja personalidad, página a página, es magnífica y llena de matices. Se inicia como el pobre niño rico, lleno del resentimiento que le provoca el rechazo familiar. Ser un Orsini considerado improductivo e inútil.

 

Mújica va cincelando a Vicino a través de su trayectoria vital hasta convertirlo en un adulto alucinado, excéntrico, vengativo y atormentado. Incapaz de demostrar afecto, pero sí capaz de amar. A su manera. No sería el yerno ideal en ninguna casa, pobre Vicino. drago

Bomarzo es el duque. Su dueño y creador. Y define con su poliédrica personalidad el concepto de un lugar y un tiempo, el Renacimiento en Italia. La triste historia de Vicino Orsini aparece enmarcada de los tópicos más atrayentes de la época: traiciones, reinos, guerras, poder, alquimia. Y que son las cartas en el tablero de juego de los Médici, los Farnesio o los Sforza. Sin embargo no os dejéis engatusar, «Bomarzo« no es una novela histórica al uso, de fluida y facilona lectura. Es más bien densa, oscura, tenebrosa y amarga.

Neptuno

La novela fue inspiración para la creación de una ópera en 1.964.

«Siempre ansié delirantemente, hasta las lágrimas, que me amaran». ¿Fue realmente Pier Francesco Orsini como Mújica Láinez lo imaginó? I want it to know…

Matar un ruiseñor (Harper Lee)

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Matar un ruiseñor (Harper Lee)

Cómo pudo Harper Lee lograr con su única novela un Premio Pulitzer y convertirla en un clásico imprescindible del S.XX es algo que escapa de cualquier entendimiento y que me reafirma en eso tan sobado de la realidad supera, bla, bla, bla… Pero carajo ¡¡¡QUÉ P#&*TO CRACK!!!

Verdaderamente escribo estas letras con el sombrero quitado y es que Matar un ruiseñor es a la vez tan sencilla y complicada, evita los tópicos sin excesos, dando explicaciones de una franqueza incontestable evitando las simplezas… Y resulta tan actual. Me he quedado en shock y espero no recuperarme.

Scout es la (maravillosa) narradora, a ella le debemos esa sinceridad infantil del relato. Situémonos. Todos, en mayor o menor medida, conocemos parte de la situación social, política y económica que sufrió EE.UU en la década de los 30, esto es: penosa recuperación tras el Crack del 29 y que se llevó por delante miles de empleos dejando a muchos americanos en la miseria.

 

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Familia campesina de Alabama, 1936. Haceos idea el nivel de indigencia de los más desfavorecidos.

 

 

En el sur del país la Gran Depresión se acusó especialmente puesto que muchos de sus habitantes eran campesinos. En Alabama vive Scout junto a su hermano y a su padre, un viudo entrado en años al que amaréis con todas vuestras fuerzas si tenéis la suerte de que Matar a un ruiseñor se cruce en vuestras vidas. Atticus Finch es un abogado bien situado y muy respetable, en una población donde pertenecer a una u otra familia nos define mucho más que cualquier otra cosa.

La honradez de Finch le lleva a aceptar la defensa de un hombre negro acusado de violar a una joven blanca. Ahora bien, no es un hombre de acción por lo que no necesita una confrontación directa con sus vecinos, que representan el racismo no superado de la sociedad sureña de la época. Sus acciones le preceden, él es un hombre cristiano, de buena familia y razonable. Todos lo conocen por lo que, sorprendidos, le reprenden  su actitud, impropia de un caballero de su posición y trayectoria, de forma bastante sibilina. Como hace la gente de bien.

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La fina sutileza con la que Lee describe las relaciones sociales y el costumbrismo sureño en la época ha sido sencillamente una delicia.

Por otro lado, descubrir a Atticus Finch ha sido de lo mejor que me ha podido pasar como lector. No puedo parar de recordar la escena en la que Atticus espera en la puerta de la cárcel, solo, de noche, con una lámpara que se lleva de casa…

Me gustó especialmente saber que Lee se inspiró en la figura de su propio padre. Es comprensible que si Atticus lo personifica, su hija estuviera tan orgullosa. Posteriormente a su publicación en 1.960, Matar un ruiseñor fue adaptada al cine siendo Gregory Peck el mejor protagonista de la historia que ha podido verse nunca jamás en una película clásica.

La princesa de hielo (Camila Läckberg)

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La princesa de hielo (Camila Läckberg)

Era imposible: antes o después había que sacar a relucir la triunfante ristra de escritores escandinavos de novela negra que lo están petando desde la publicación de la saga superventas Milenium, de Stieg Larsson. El éxito de estas publicaciones supuso el  nórdico alumbramiento de un montón de autores y una explosión de publicaciones de las que hoy disfrutamos todos, en especial las editoriales.

Desde luego, la sueca Camila Läckberg es uno de estos exponentes. Ella se estrenó precisamente con La princesa de hielo en 2002 y ha publicado desde entonces otras tantas obras, todas policíacas, y no creo que se atreva a decir que le haya ido nada mal; varias de sus obras han sido adaptadas como serie televisiva como Los crímenes de Fjälbacka, y también existe una versión de cómic  de La princesa de hielo

 

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Vista del pueblecito de Fjälbacka. Si algo he sacado en claro de La princesa de hielo, es que con nombres como éstos jamás podré leerlo en versión original.

A mí, sinceramente y a pesar de lo descriptivo del título, no me ha dado ni frío ni calor. He de reconocer que para que una novela policíaca me atraiga intensamente debe salir algo más de los característicos preceptos del género. Esto es:

 

a) pintoresco pueblecito costero/interior (léase cualquier localidad de número reducido de población) en el que todos sus habitantes se conocen, existen oscuras relaciones entre ellos y nadie es lo que aparenta.

b) un macabro crimen que altera la supuesta paz municipal, si es lejano en el tiempo aún mejor, y del que casi todos los habitantes conocen alguna parte de la incógnita.

c) forastero/a, bien sea policía, periodista, escritor o similar, que se propone la resolución del crimen para lo cual va descubriendo los sombríos secretos de los vecinos, a sazón de lo cual siempre habrá pequeñas historias satélite de la principal y que explican la composición de la vida local desde lo particular a lo general, hasta el descubrimiento del asesino/s. Por supuesto, quien menos espera uno, faltaría más.

Voilá! Esto es también La princesa de hielo, que sin ser nada nuevo resulta relativamente interesante (a ratos), y que nos regala con un final que termina por ser, no por más inesperado, ridículo.

 

Patria (Fernando Aramburu)

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Patria (Fernando Aramburu)

Qué lejos parecen los años de plomo de ETA. Aquellos años 80 plagados de atentados bomba y tiros en la nuca, continuamente noticias en los telediarios, y en todos los ambulatorios (por decir un lugar cotidiano) de cualquier pueblo de España, los póster con las caras de los terroristas más buscados. Todavía recuerdo con claridad algunas historias: detenciones en la frontera, manifestaciones pro-ETA de familiares de presos, bombas contra población civil en lugares concurridos. También recuerdo el reciente fin de la banda.

Atentado ETA Vich. Comunidad Lectora

Atentado ETA en Vic, Barcelona. 1991

Después de leer «Patria» es como que todo aquello sigue dando un poco de miedo. Y todo ha pasado ya. Especialmente para los no-vascos. Nos tocó de cerca, pero no es comparable a lo vivido en Euskadi. Porque ciertamente, la novela de Aramburu hace un repaso por los últimos 20 años a pie de calle del conflicto vasco, antes y después del alto al fuego. En un pueblo. De dos familias. Cada uno de los miembros, con sus vivencias propias en relación a este conflicto. No se puede personalizar más la historia.

Quien espere de «Patria» sesudas conclusiones sobre el movimiento terrorista vasco o sofisticadas teorías acerca del sentimiento independentista, no va a encontrar lo que busca. Precisamente si «Patria» ha sido un superventas en este 2.017 ha sido por lo accesible de las historias, que son, principalmente, humanas.

Bittori, Miren, amigas desde la más tierna infancia. Viuda de asesinado, la una. Madre de etarra la otra. Hasta aquí el planteamiento podría resultar un tanto simplista, pero vienen a complicarlo – como siempre pasa en la vida, al fin y al cabo – las circunstancias. En este caso sobre todo los hijos, cada cual con su propia perspectiva sobre el tema, y no en menor medida, el entorno: un pequeño pueblo donde el independentismo ha calado tan hondo en el día a día municipal de sus ciudadanos, como la humedad del clima.

Personalizar los conflictos de una región no es nada nuevo en literatura. De esta manera se han tratado todo tipo de problemáticas sociales: raciales, sexistas, homófobas, religiosas o políticas. Así se humanizan; es más fácil transmitir. El formato de la novela sirve muy bien al efecto: hacer sentir al lector el mismo sentimiento del personaje. Eso con una monografía o un artículo periodístico no se consigue.

Pero, si la habéis leído, decidme: ¿pensáis que Armaburu juzga? No es su deseo, pero sí.

Aquellos personajes pro Euskadi libre son:

a) ignorantes: lo mismo lloran la muerte de Franco que, llegado el caso y el consiguiente cambio de circunstancias, no faltan a ningún acto independentista puño en alto.

b) radicales: en función de lo visto y aprendido en el entorno, se echan al monte. Sin el fundamento mínimo que soporte algún tipo de ideología o dé respuestas  razonadas/argumentadas a lo que se está emprendiendo.

En este sentido Aramburu deja algo cojo en sentimiento independentista el cual, por otro lado, existe y está ahí, por más que sepamos que lo de el fin justifica los medios es pura mierda.

Dicho esto, la moraleja final que todos acabamos compartiendo está muy bien planteada desde el inicio de «Patria» y es ésta: ningún movimiento justifica lo vivido por las víctimas de ETA. Y todo lo acontecido no ha servido de casi nada.

Y todos estamos hasta tal punto de acuerdo en esto que «Patria» es la novela más leída en España en lo que llevamos de año.

La Cartuja de Parma (Stendhal)

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La Cartuja de Parma (Stendhal)

¿Dónde está la auténtica cartuja de la ciudad de Parma a la que alude la novela cumbre de Stendhal? ¿Existe realmente? Alucinad con el dato, amigos lectores: ni la trama se desarrolla en una cartuja, ni se menciona este edificio sino en la última página del libro. Se ha cuestionado siempre el motivo de este título para la obra. Cosas de genios.

Pero pongámonos serios y eruditos, pardiez; La Cartuja de Parma ha sido siempre considerada por todos (los que son más listos que yo) como una gran obra maestra de la Literatura, y concretamente del realismo literario del XIX, que surgió como contraposición al romanticismo y a su idealización de los sentimientos. Ya hablamos de ambas corrientes en el post de Papá Goriot. No es gratuito que mi adorado Balzac la nombrase novela más importante de su tiempo. Y este dato, junto con la ardorosa recomendación que Bryce Echenique, entre otros, hacen de ella me animó a empezar la aventura.

Pues bien, no me ha parecido para tanto. Efectivamente, y tal como había oído decir, la historia acerca de Fabrizio, el protagonista, no es tan seductora como resulta ser el tratamiento de la psicología que Stendhal hace de los personajes. Parece ser que ahí está el quid de la cuestión, y lo que a mí me hace pensar que yo me he perdido algo en esta fiesta de culturetas.

Para empezar, Fabrizio del Dongo es un «señorito bien» de una noble y antigua familia italiana que no sabe qué hacer con su vida desde que descubre que su hermano (no son precisamente amigos) será el heredero del título y él solamente un segundón sin horizontes. Después de todas las andanzas a las que le lleva su indefinición e inmadurez, – entre las que destaca presentarse a luchar en Waterloo en favor de Napoleón sin llegar a saber si realmente ha participado en la batalla-, acaba preso en Parma. Allí su tía, la duquesa de Sanseverina, es una mujer influyente que mueve Roma con Santiago con tal de favorecer el destino de su preferido (y secretamente amado) sobrino Fabrizio, mediante lo cual intrigará sin descanso junto con su amante, el primer ministro conde Mosca, entre lo mejorcito de la corte parmesana.

Ball-at-Court

Toma ya fiestón, en cualquier corte europea, S.XIX. No tiene pinta de que sirvan garrafón.

Dicho esto, cabe destacar que he quedado maravillada con el sesudo y detalladísimo tratamiento de la actividad y mecánica de una corte de la época. También sobre la conciencia de nobleza, de clase aristocrática y superior, de la oligarquía y los  privilegios por mero nacimiento. Ya había leído antes a autores contemporáneos a Stendhal y también otras obras relativas a estos escenarios, pero pocas veces he visto tan claro el funcionamiento y las intrigantes relaciones entre sus participantes. De reality televisivo, lo juro.