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Cien años de soledad (Gabriel García Márquez)

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Cien años de soledad (Gabriel García Márquez)

Nos vamos a atrever con una de las novelas más leídas, y consecuentemente, también más comentadas de la historia de la literatura: «Cien años de soledad». No es fácil enfrentarse con un clásico cuando a la vez es de creación tan relaticamente reciente. Muchos de nosotros hemos leído la obra o al menos, sabemos de muchos conocidos que la han leído, hemos oido o tenemos nuestras propias impresiones y comentarios. También nos enfrentaremos a hablar un poco del realismo mágico, ese estilo tan particular de los países latinoamericanos que nos ha fascinado, y del que «Cien años de soledad» viene siendo un estandarte.

De esta obra, como digo, se ha dicho de todo. Vamos a intentar que este post recuerde lo más emblemático de la novela, intentando introducir alguna cosa nueva. A mí, particularmente, me sedujo desde el principio. No había leído nada de García Márquez hasta esa fecha. La historia de Macondo, la humildísima aldea nacida en medio de la nada, espejo de todas las ciudades del mundo porque, en realidad ¿qué ciudad nace siendo una gran metrópoli? Se ha hablado largo y tendido sobre si Macondo era o no un lugar real. Su autor siempre afirmó que no existía, pero parece ser que pudo inspirarse en un pueblo auténtico cercano a la selva colombiana: Aracataca, localidad natal de Márquez.

Macondo es una metáfora; del mundo occidental, del paso de la vida rural a la industrial, de la historia y evolución del mundo, en una palabra (me he prometido no ponerme muy petarda). De cómo algo pequeño se convierte en algo tan grande que acaba por resultar incontrolable. El progreso puede ser un espejismo de algo mejor. Vivir el crecimiento de Macondo a través de las sucesivas generaciones de los Buendía es, para mí, lo mejor de «Cien años de soledad».

Por otro lado, podemos encontrar parelelismos con la historia real de Colombia, situándonos entre el S.XIX y XX, una época de movilizaciones, guerras e inestabilidades políticas.

La familia Buendía, hilo conductor de la novela y eje a través del cual seguiremos la evolución de Macondo, es la que nos permite atribuir carne, sentimientos, nombres y caras a las historias. Porque hablamos de generaciones de Buendías, encontrándonos en cada una de ellas a personajes con caracteres propios. En ocasiones,  con rasgos heredados de aquellos parientes que los precedieron y con los que suelen compartir nombre. Esto puede acabar resultando bastante complicado de seguir en ocasiones, por lo que no es extraño que en muchas ediciones de «Cien años de soledad» se incluya un árbol genealógico de esta familia.

Los Buendía de Cien Años de Soledad. Comunidad Lectora¿Qué decir sobre el realismo mágico? En pocas palabras, es la corriente literaria donde se da una interpretación de la realidad en la que se mezcla lo verdadero con lo imaginario, marcado por ciertos toques sobrenaturales. García Márquez fue un gran ejemplo de esta corriente literaria, entre otros. Podríamos citar también a Isabel Allende, Laura Esquivel o Juan Rulfo. Márquez atribuía a su abuela materna muchas de las historias extraordinarias que le habían contado, y que él utilizaba como inspiración en algunas de sus obras.

En general, «Cien años de soledad» es una novela que se lee relativamente bien, en especial la primera parte, donde Macondo es ese pueblecito pequeño que poco a poco vamos viendo crecer junto con la maraña de las vidas de sus habitantes. Es verdad, y lo oiréis comentar a muchos lectores, que la obra se pone más pesada a partir de su segunda mitad. El hecho de que los Buendía se multipliquen a lo largo del tiempo, y que muchos de sus nombres coincidan, hace que nos cueste seguir el hilo de la historia. Además, se dan situaciones cíclicas, que se repiten entre algunos de ellos a tarvés de los años. También es más tedioso cuando Macondo pierde aquel encanto humilde de sus inicios.