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Opiniones de un payaso (Heinrich Böll)

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Opiniones de un payaso (Heinrich Böll)

Quién iba a pensar que éste iba a ser un libro sobre las reflexiones más amargas de un payaso. Sí, efectivamente, el filón del payaso triste no conoce horizontes, tampoco en lo literario. Porque, ciertamente, si bien hay pasajes en este libro donde la sonrisa es inevitable, por lo general lo termina uno con un sabor agridulce. La culpa de este devenir de sentimientos la tiene su protagonista: con y a través de él, te debates entre la comprensión y el compadreo, y la compasión. Hans, el tierno y conmovedor payaso abandonado que narra en primera persona cómo es su vida actual y pasada, llega a ganarnos a través de la pena, a parecerte un tío genial, abatido por las circunstancias pero finalmente digno. Y es que el dolor del amor es lo más democrático de este mundo. Por eso es tan fácil llegar al final del libro queriendo ser el amigo fiel del infeliz y sarcástico payaso.

«Marie se ha ido». Machaconamente, Hans relata a través de conversaciones con algunos de sus amigos su pasado, su presente, y el poco futuro que se sospecha a sí mismo. Porque esta ruina emocional se acompaña de otra profesional y económica. El súmmun del drama es que, además, el protagonista se sabe merecedor en cierta medida de lo que le está pasando. Él es agnóstico, mientras que su mujer es católica. Ella lo ha abandonado por otro católico con quien, para más INRI (expresión que no pretende ser faltona, ojo), se ha ido de luna de miel al Vaticano. Que digo yo, ¿qué necesidad había de hacerlo todo tan doliente para el pobre Hans? ¿Eso esto ser más Papista que el Papa (si se me permite el guiño)? ¿No había un pack barato a Palma de Mallorca?

Por otro lado, las circunstancias políticas y sociales del momento habían provocado graves fisuras en la pareja, sosteniendo cada uno de ellos posturas, si no siempre enfrentadas, sí a menudo muy distintas. Hans no puede obviar que la política le atañe, que las reglas sociales le atañen, por más que él no tenga ningún interés en ellas. Böll aprovecha esta tesitura para darnos una mordaz visión social, política y religiosa de aquella Alemania. Para ello utiliza la perspectiva personal del propio Hans. Esto suele interpretarse como esa crítica feroz del autor al sistema, al consumismo, a la política demócrata-cristiana alemana y hacia algunas posturas de la Iglesia Católica más conservadora.

Voy a citar una de las partes que más me emociona de este libro, que leí hace tanto tiempo, pero sigo manteniendo marcadas:

«¿Quería [Marie] asistir de verdad al gran oficio solemne que se celebraría cuando Züpfner [su marido actual] fuera armado Caballero de la Orden de Malta entre cancilleres y presidentes? ¿Quitaría con la plancha, en casa y con sus propias manos, las manchas del hábito de la Orden? Cuestión de gustos; Marie, pero no es ése tu gusto. Es mejor confiar en un payaso que no cree pero que te despierta suficientemente temprano para que llegues a misa a tiempo y que si es necesario te paga un taxi […]. Mi jersey azul no necesitas lavarlo nunca.»

Las carnes gallináceas… ¿Para echarse a llorar? Bueno, lo mejor de esta novela es que, al fin y al cabo, quien nos cuenta la historia es un payaso, así que a menudo consigue arrancarnos una sonrisa mientras suspiramos y pensamos: «¡menos mal!» 🙂

Böll recibió el Nobel de Literatura en 1.972