
Eduardo Mendoza es uno de esos autores con los que no te aburres leyendo. Sus historias pueden engancharte en mayor o menor medida, pero en general se trata casi siempre de una prosa fresca y fluida. Vamos, que se deja leer estupendamente. Y una cosa más, que no por obvia debe ser obviada: el sentido de lo cómico, que nunca falta en sus obras, aunque se trate de obras «serias».
Sus personajes, principalmente los protagonistas, podrían perfectamente enmarcarse en el género del anti-héroe al que las cosas no le salen del todo mal, pero después de dar numerosos bandazos previos, y siempre por casualidad, casi nunca debido a su gran destreza en la resolución de problemas. El gran anti-héroe por excelencia de Eduardo Mendoza es, sin duda, Gurb. Probablemente muchos de vosotros conozcáis ya las historias absolutamente disparatadas de Gurb, el extraterrestre que viene a la Tierra con una misión, y al que esta aventura le depara la mayor cantidad de absurdeces que puedas imaginarte.
Las disparatadas aventuras de Gurb comenzaron publicándose por entregas en un diario. La posterior novela consiguió para Mendoza un rotundo éxito de público.
Parece obligado, hablando de este escritor, hacer una mención a Sin noticias de Gurb; aunque en este caso vamos a dejarlo aquí para centrarnos en la «gamberrada» literaria con forma de novela llamada El asombroso viaje de Pomponio Flato.
La acción se sitúa en el Siglo I de nuestra era y el protagonista principal es un romano que viaja en busca de unas aguas que le den la eterna juventud. Esto le obliga a probar todas las aguas que encuentra en su camino, sufiendo por esto problemas intestinales. Esta búsqueda le lleva a Nazaret, donde se ve envuelto en la investigación de un crimen. El relato está lleno de referencias bíblicas que hasta el más ateo conoce, la mayoría tratadas con humor, unas veces sofisticado, otras negro. Mezcla varios géneros literarios, desde el policíaco hasta el histórico.Y no son pocos los que encuentran paralelismos muy obvios entre Pomponio y la figura de nuestro más famoso hidalgo, Don Quijote, que pasó por la turmix varios géneros de la época con un resultado de lo más jocoso.
Quien espere encontrar en esta obra un ejemplo de novela histórica al más puro estilo Matilde Asensi, que se despida de sus aspiraciones porque no es así. Bien es cierto que la historia se narra durante el siglo I de nuestra era, pero eso no hace de este libro novela puramente histórica. Yo diría que el término que mejor describe lo que en ella se narra es: hilaridad, comicidad, en una palabra, el humor. A grandes dosis. Para empezar, Pomponio Flato… Hasta para la elección del nombre del protagonista Mendoza ha hilado fino.
Es cierto que, como ya hemos destacado, la comicidad de esta historia puede restarle credibilidad al contexto histórico o a la profundidad de los personajes de la novela. Ciertamente, estos y otros detalles pueden pasar a un segundo plano. Sin embargo no debemos olvidar que Eduardo Mendoza es un escritor de los más reconocidos, tanto dentro como fuera de España, con numerosos premios y grandes éxitos de ventas (vaaaale, lo reconozo: ni lo uno ni lo otro hacen de por sí grandes escritores). En dos palabras: muy recomendado.