
Tengo una opinión contradictoria acerca de Isabel Allende: con cada uno de sus libros he sentido que tiene una forma de escribir… ¿cómo decirlo? Almibarada. No sé si eso es malo, sencillamente es la forma en que sus historias calan en mí. Las historias son las que son; lo mejor de la literatura es cómo cada autor es capaz de trasladarnos su forma de transmitirlas, así como cada lector las asimila de manera particular.
Quisiera explicarlo mejor y sé que me voy a meter en un fregao, pero digamos que considero a Isabel Allende una autora muy para almas altamente sensibleras sensibles; con sus ventajas e inconvenientes.
No sé explicar por qué, y no es únicamente por la evidente (y desgastada) cuestión de que sus protagonistas son mujeres enérgicas y tenaces a las que en teoría no les correspondía vivir aquello que estaban viviendo por decisión propia. Este rasgo en realidad es verdaderamente un punto a su favor. Quizá me molesta un poco más es que siempre acaba rozando de una forma u otra la ñoñez. Nadie es perfecto, Isabel 😦
Ahora bien, dicho esto he de decir que jamás me aburrí con ninguna de sus obras, más bien las he leído con avidez, entendiendo cada aspecto planteado con la mayor de las naturalidades, así como si alguien querido quisiera contarme desde la intimidad un relato. Todo se debe a la fluidez maravillosa con la que Allende surfea sobre sus memorias.
Con La suma de los días Allende llega a eso y más. Completa una especie de trilogía sobre su vida y su propia familia, es decir, está basada en sus vivencias y las de sus familiares. Comenzó muy exitosamente con La casa de los espíritus, su primera novela, continuando con la dura historia de Paula, finalizando con esta obra. Están escritas de forma correlativa, si bien pasaron muchos años entre las publicaciones de todas ellas.
A veces pienso que cuando algún novelista utiliza indiscriminadamente su propia biografía para escribir es señal de falta de imaginación para otros temas (pido perdón a mi querido Bryce Echenique, pero es un recurso fácil). No obstante, con La suma de los días he disfrutado tanto y me ha parecido tan bien narrada, habiendo cuenta que son tantas las personas cuyas vidas aparecen retratadas, curzándose entre ellas, que merece mucho la pena darle la oportunidad.