Archivo de la categoría: Autores europeos

Sorry (Zoran Drvenkar)

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Sorry (Zoran Drvenkar)

El germen inicial para Sorry es la puesta en marcha por parte de 4 amigos de una empresa  dedicada a disculparse en nombre de otros ante un tercero. Puesto que esto es novela – y por tanto ficción – dicha empresa tiene un inusitado éxito, partiendo de la premisa de que los acuden a ella asumen que así se eximen de  aceptar la propia culpabilidad. Cuestión más que discutible, amigos. Porque de lo que se trata realmente es que se da por hecho que existe quien no sea capaz de pedir disculpas por sí mismo.

El perdón, la culpa, el arrepentimiento, son cuestiones pero que muy intensas por lo que tienen de íntimas, a la vez que se trata de profundos y a menudo vergonzosos sentimientos que compartimos todos los que nos consideramos en algo humanos. Ya lo expuso sabiamente Dostoyesvki.

El juego de asumir o no responsabilidades y aceptar que otro lo haga por nosotros, aún con transacción económica de por medio, va a ser la espina dorsal de todo lo que acontezca en esta historia.

Los protagonistas montan una agencia y se mudan a una increíble mansión a orillas de un lago en Berlín. Y podría ser como ésta misma, mirad qué ideal para una novela de crímenes.

Ahora bien, lo cuestionable de lo productivo que pudiera ser el tinglao no debe distraernos más de dos minutos, puesto que sólo se trata del pistoletazo de salida para la  oscura y mórbida trama real de novela negra que nos tenía reservada Drvenkar. Hasta ese momento Sorry puede hacerse densa y hasta aburrida con tanta presentación de la psique de los protagonistas. Pero el giro en la historia es inesperado y tiene bastante de macabro. No seré yo quien haga ningún spoiler. Desenredar esa madeja os va a llevar a otra serie de siniestras urdimbres sobre la psicopatía, personalidad múltiple, pederastia,  remordimientos. El maravilloso mundo de el bien y el mal, con todo aquello que  quita el sueño a los filósofos desde el albor de los tiempos. Lo explica mucho mejor el propio autor en el siguiente vídeo de Canal L.

Como colofón: para hacer una buena novela negra no hace falta tanta profundidad en los espíritus retratados; tampoco tantos saltos en el espacio/ tiempo. Basta con un buen crimen y una serie de pistas que no nos hagan perder la paciencia y nos dejen sorprendidos y sin aliento justo en la página final. En ese sentido Sorry cumple dignamente, no dejando ningún cabo suelto. Aunque a menudo resulta apelmazado a la hora de mantener la intriga y confuso en la narración de sus tramas. Fue premio Friedrich Glauser 2010 a la mejor novela negra de Alemania, Suiza y Austria.

 

La forma del agua (Andrea Camilleri)

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La forma del agua (Andrea Camilleri)

Andrea Camilleri es toda una figura en el mundo de los relatos policíacos de los últimos tiempos. Si en Francia tienen a Pierre Lemaitre y en España a nuestro Vázquez Montalbán o a Alicia Giménez Barlett, en Italia es Camilleri la encarnación de escritor de éxito en novela negra (y otros tantos géneros).

Como todo autor que se precie en este mundillo, Andrea Camilleri tiene una saga dedicada a un personaje: el comisario Montalbano, cuyo nombre es homenaje al citado Vázquez Montalbán. Ésta se inicia en 1.994 con «La forma del agua». Con ella dió el campanazo, sucediéndole después otros tantos títulos. Si osáis empezar, os aseguro que caerán uno tras otro cual episodios de la más adictiva serie de Netflix.

Francamente, no sé qué es lo que tienen (o tienen que tener) los protagonistas de estas sagas para que generen tanto enganche entre el público. Lo cierto es que lo hacen; todos acabamos cayendo rendidos a sus pies cual entregados teenager fans , deseando poder conocerlos algún día… Aunque – secreto inconfesable-… en parte contrariamente a lo anterior y secretamente, dejándonos ya la fuerte impresión de haberlos conocido personalmente.

¿Cuáles son algunos de los aspectos que suelen converger en este tipo de personajes?

  1. Son duros, pero tienen ese puntito de humanidad que termina haciéndolos BUE NOS, en mayúsculas, al nivel ‘cachopán’ de cualquier huerfanita de cuento. Hecho que los diferencia notablemente de parte del equipo policial con el que trabajan. Concretamente con Montalbano hay que explicar que en algunos casos, tras su resolución, decide hacer mutis por el foro. Porque él lo vale.
  2. Son suspicaces. Pero su inteligencia se basa en las cosas no evidentes, sobresaliendo de algún modo entre las pesquisas del resto, yendo más allá de lo obvio (porque además, en una novela es aburrido). Por supuesto, acaban llevándose el gato al agua porqueee… todo todito se acaba sabiendo.
  3. En general su personalidad es arrolladora, pero a la vez no destacan especialmente entre sus compañeros. No son estrellas en comisaría, no son la mano derecha de ningún secretario de Estado o gobernador, no tienen grandes contactos ni se codean con la élite policial. Hacen su trabajo y éste es 100% vocacional.

Montalbano, en la adaptación en TV de las novelas de Camilleri. Yo lo imaginé con pelo 😦

En particular en el caso de Montalbano, cabe destacar que sus inclinaciones políticas se dejan ver con cierta frecuencia cuando tiene oportunidad de opinar acerca de las relaciones ricos/pobres, poderosos/indefensos, corruptos/explotados. No en vano Camilleri es un comunista confeso.

«La forma del agua» es sólo el primero. No debéis perder la oportunidad de pasar un rato agradable en la piel de un comisario todo genio y figura, y de paso dar una vuelta por el día a día siciliano: gastronomía, expresiones y retrato social. Por supuesto, la saga Montalbano cuenta con su correspondiente versión televisiva, supervisada por el propio autor. Ah, Sicilia!, quanto fascino!

Hambre (Knut Hamsun)

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Hambre (Knut Hamsun)

Cómo definir «Hambre»… Su protagonista no tiene nombre, edad, orígenes ni familia. Sólo conocemos su profesión: periodista. Pero no tiene trabajo fijo, lo que le ocasiona una angustia vital terrible, cruda, delirante.

La obra está escrita en primera persona; es desgarrador estar en la mente del protagonista y conocer al detalle todos sus delirios. Porque tiene hambre, frío, está enfermo. Y totalmente solo. Únicamente él sabe por lo que está pasando.

Algunos han relacionado la narración de esta angustia vital con el existencialismo, esa corriente filosófica que afirma que existe un miedo irracional e incontrolable en el mero hecho de enfrentarse a la vida. Sin embargo en un caso como en «Hambre» no se trata tanto de sentir la ansiedad que pueda provocar la conciencia de estar vivo – aunque está ahí y el paralelismo es obvio – , como de no tener cubiertas las necesidades más básicas. Vive en el Oslo (o Kristianía) de finales del S.XIX. ¿¡Podríais siquiera imaginar el frío que podría estar pasando ese pobre hombre!? En «Hambre» casi lo llegas a sentir.

En esta línea del comportamiento humano frente a las adversidades y el planteamiento vital del individuo, Knut Hamsun ha sido comparado con autores como Kafka o Dostoievski. Con esto quiero deciros que «Hambre» es una obra que debe afrontarse con los ojos cerrados y la consciencia bien lúcida.

El protagonista tiene hambre. Tanta hambre que sufre desvaríos y alucinaciones. Su situación le lleva a desajustes psicológicos. En los momentos de más lucidez, la exposición de su propia situación es tan descarnada y tan alejada de sentimentalismo que se te caen las lágrimas leyendo cosas como ésta:

“Iba decayendo a medida que avanzaba; me sentía pesado y caminaba arrastrando los pies. La nieve continuaba cayendo en grandes copos húmedos. Fui hasta la Iglesia; me senté a descansar. Todos me miraban con asombro. Me abismé en mis pensamientos.  ¡En qué triste estado me hallaba!»
'Hambre', Kanut Hamsun. Comunidad Lectora

‘Hambre’ tiene una versión cinematográfica de 1.966

«Tan profundamente hastiado y fatigado me sentía de toda mi vida miserable que, a mi juicio, no valía la pena luchar más para conservarla. La adversidades había tomado la delantera y había sido muy ruda; yo estaba extraordinariamente destrozado, no era más que la sombra de lo que había sido”

… sin embargo los momentos en los que su ánimo se viene arriba… ¡Ah!, despiertan tanta ternura…

No quiero dejar de mencionar el hecho de que que Hamsun fue un acalorado defensor del nazismo y la Alemania nazi en general. Recibió el Nobel de Literatura en 1.920 y envió su medalla del premio como regalo a Joseph Goebbels.

 

El lobo estepario (Hermann Hesse)

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El lobo estepario (Hermann Hesse)

El lobo estepario es una de las novelas de mayor renombre de la Literatura del S.XX. Inicialmente se presenta como una novela, aunque según avanza en la profundidad del personaje protagonista acabas percatándote de que te falta el oxígeno, y entre bocanada y bocanada de aire resultó que estás atrapado en el puro existencialismo, y te encuentras leyendo un tratado de Filosofía.

Me explico: en mi caso, El lobo estepario ha sido ese regalo que se te presenta seductoramente envuelto y para el que guardas grandes expectativas. Se inicia con una introducción sobre el protagonista, Harry Haller, que le hace un supuesto conocido y  después de la cual me dejó con muchas, muchas ganas de echarme a Haller en cara. A ver qué narices era eso de ser un lobo estepario.

Me dispongo a abrir mi regalo.

Cuando el propio Harry toma la palabra y  narra sus vivencias en primera persona, hablando de lo que supuestamente es una personalidad compleja y atormentada, me encuentro con cargantes y reiteradas exposiciones de un cincuentón descontento y depresivo. Sin mayor calado. Lamentaciones de alguien sin aspiraciones sobre su propia vida que pretende hacernos ver  una profundidad de carácter en el mero hecho de ser sencillamente algo asocial. Chin púm 😦

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Finalmente resulta únicamente que Haller es un intelectual instisfecho y desencantado de la vida,  quien no reconoce un lugar propio en este mundo y por lo cual reniega – insistente y machaconamente – de la burguesía. Como veis, ese encanto inicial que se le sospechaba al protagonista acaba siendo simple y llanamente la historia de un hombre triste y decepcionado, con un carácter poco o nada  interesante, pero que se autodenomina a sí mismo «lobo estepario».

Esto es: un globo pinchado.

Ahora bien… ¡lo bueno empieza al final de la obra! Ahí es cuando Hesse se desmarca de esa reiterada insistencia en contarnos cómo es Harry para directamente ponerlo en acción. Conoce a una mujer que lo hace cambiar de aires, Haller empieza a sentir las contradicciones entre lo que siempre ha sido y lo que está empezando a ser, y de repente lo invitan a un fantástico y misterioso teatro… Sin duda, la mejor parte de El lobo estepario, donde lo onírico hace que olvides al plasta de las 70 páginas anteriores, cierres los ojos, escuches un saxo y sientas esas ganas de bailar un fox trot

No para cualquiera, sólo para locos…

 

 

Tragedia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca (William Shakespeare)

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Tragedia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca (William Shakespeare)

No se puede entender una obra como Hamlet con 15 años. Por supuesto que en ese momento me gustó, independientemente a que fuera una lectura obligatoria. No obstante, la complejidad de las emociones que experimenta nuestro querido príncipe – de la ira al desengaño, pasando por el intenso dolor – no es un descubrimiento accesible,  en toda su profundidad, a una mente no madura aún. Por ese motivo me he lanzado a  la relectura sin red, para empezar 2.018 dándole a Hamlet otra perspectiva. Así, sin despeinarme ni nada, oyes.

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Madre, el marrón que tengo encima con esto de la sucesión a la Corona

La historia del príncipe danés que llora desconsoladamente la muerte de su padre, el rey, nada menos que a manos del asesino y traidor de su propio tío y hermano del difunto, que además ha tenido la osadía de contraer matrimonio con la reina viuda, lleva al pobre Hamlet al borde de la locura; la intensidad de las emociones que padece, como he mencionado antes, discurren entre la sorpresa ante la horrible traición familiar, el insoportable peso de la responsabilidad de asumir su destino, el asco frente a la actitud de su madre, y la cólera ante la injusticia. Total, quién no hubiera rozado la locura en una situación como ésa. Criatura…

Si bien la lectura de teatro implica cierta fluidez, que la hace mucho más abordable que muchas novelas, no penséis que Hamlet no puede dejarte bizco con algunos giros en la exposición, que crean confusión al no corresponderse con la típica estructura lineal. Esto se debe a que el protagonista se encuentra confuso, perdido, llega a fingir enajenación; ¿creéis de verdad que esta historia debe narrarse como si fuera un cuento infantil?

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Sea como fuere, las reminiscencias a las tragedias griegas, en las que se da la combinación de todas estas situaciones: incesto, muerte, injusticias, vilezas y engaños varios, a menudo en el real entorno familiar, y la sufrida lucha de la víctima, es bastante evidente desde mi humilde punto de vista. Por supuesto, el estudio de Hamlet no ha terminado 500 años después de su publicación.

Por otro lado, está generalizada la opinón de que Shakespeare se inspiró en una obra anterior, Ur-Hamlet, para la escritura de Hamlet, considerándose posible incluso que el drama que conocemos fuera una adaptación de Shakespeare de aquélla anterior.

Ya en su día fue una de las obras clave de Shakespeare. Pero además a lo largo de la historia de la Literatura se ha sometido Hamlet a infinitos análisis, (que no tengo agallas para plantear en este incompleto e insignificante post), por supuesto desde los diversos enfoques que para cada corriente literaria, momento histórico y/o movimiento cultural debieran ser objeto de  planteamiento. Esto es así tanto en lo relativo a la estructura dramática, tratamiento religioso y filosófico de los hechos, pero muy especialmente acerca del personaje: su conflicto personal, intensa lucha interior y ¿fingida? locura.

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Ni que decir tiene que Hamlet es una de las obras teatrales más representadas de la Historia y que cuenta con todo tipo de versiones. Cabe destacar la eterna controversia en torno a la autoría de las obras de Shakespeare (en la que no entraremos aquí), pero tengo que confesar que desearía con todas mis fuerzas llegar a conocer la verdad antes de verme como Ofelia.

La princesa de hielo (Camila Läckberg)

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La princesa de hielo (Camila Läckberg)

Era imposible: antes o después había que sacar a relucir la triunfante ristra de escritores escandinavos de novela negra que lo están petando desde la publicación de la saga superventas Milenium, de Stieg Larsson. El éxito de estas publicaciones supuso el  nórdico alumbramiento de un montón de autores y una explosión de publicaciones de las que hoy disfrutamos todos, en especial las editoriales.

Desde luego, la sueca Camila Läckberg es uno de estos exponentes. Ella se estrenó precisamente con La princesa de hielo en 2002 y ha publicado desde entonces otras tantas obras, todas policíacas, y no creo que se atreva a decir que le haya ido nada mal; varias de sus obras han sido adaptadas como serie televisiva como Los crímenes de Fjälbacka, y también existe una versión de cómic  de La princesa de hielo

 

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Vista del pueblecito de Fjälbacka. Si algo he sacado en claro de La princesa de hielo, es que con nombres como éstos jamás podré leerlo en versión original.

A mí, sinceramente y a pesar de lo descriptivo del título, no me ha dado ni frío ni calor. He de reconocer que para que una novela policíaca me atraiga intensamente debe salir algo más de los característicos preceptos del género. Esto es:

 

a) pintoresco pueblecito costero/interior (léase cualquier localidad de número reducido de población) en el que todos sus habitantes se conocen, existen oscuras relaciones entre ellos y nadie es lo que aparenta.

b) un macabro crimen que altera la supuesta paz municipal, si es lejano en el tiempo aún mejor, y del que casi todos los habitantes conocen alguna parte de la incógnita.

c) forastero/a, bien sea policía, periodista, escritor o similar, que se propone la resolución del crimen para lo cual va descubriendo los sombríos secretos de los vecinos, a sazón de lo cual siempre habrá pequeñas historias satélite de la principal y que explican la composición de la vida local desde lo particular a lo general, hasta el descubrimiento del asesino/s. Por supuesto, quien menos espera uno, faltaría más.

Voilá! Esto es también La princesa de hielo, que sin ser nada nuevo resulta relativamente interesante (a ratos), y que nos regala con un final que termina por ser, no por más inesperado, ridículo.

 

Dora Bruder (Patrick Modiano)

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Dora Bruder (Patrick Modiano)

Un buen día, Patrick Modiano leyó en un viejo periódico parisino el anuncio por palabras de unos padres que buscaban a su hija, una adolescente de 15 años, residente en un céntrico barrio de París muy conocido por él mismo. Llamó su atención y este simple gesto hizo que se obsesionara hasta tal punto con recuperar la ignorada (lógicamente ignorada, como se ignoran los millones de vidas de toda aquella persona anónima) vida de esta chica, que dedicó tenazmente varios años a investigar sus jóvenes y perecederos pasos, con el resultado de una novela que es un grito desesperado por reivindicar a todos aquellos que no han dejado apenas huella alguna en este mundo. Esto significa que Dora Bruder es la consecuencia de la documentación constante de Modiano, y por tanto, no se trata de una novela, sino de la recopilación continuada de sus propias labores de «reconstrucción». No hay ficción en Dora Bruder; y esto da escalofríos.

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Pero no nos quedemos en el simple anuncio por palabras; la vida de Dora Bruder no es únicamente triste por desconocida, sino especialmente por su funesto final: fue deportada a Auschwitz en 1.942.

Los Bruder era una familia judía inmigrante, procedente de Centroeuropa, si bien Dora era francesa, nacida en París. No obstante su triste final, a Modiano le interesaron más los orígenes de Dora, los de sus padres, su condición humilde, su carácter rebelde y todas circunstancias que rodearon su breve vida. Es decir, QUIÉN y POR QUÉ. Traslado aquí la cita sacada de una entrevista realizada a Modiano por el periódico El País (puede leerse completa aquí), que explica un poco el sentimiento que rodea a Dora Bruder: «[…] con el libro ya publicado, me llegó algo más de documentación sobre Dora. Y me planteé la cuestión de si merecía la pena reescribir la novela o no. Decidí que no. No soy historiador. Soy novelista. No importa tanto el resultado de la búsqueda como la búsqueda en sí. Así que la novela se quedó como está».

Tengo que decir que no había leído una forma tan impresionante de reflejar el transcurso de unos hechos a través del tiempo desde «Crónica de una muerte anunciada», de García Márquez.

El libro, (que ha sido de las mejores cosas que me han pasado este 2.017), se fundamenta en 3 ideas:

  1. el inclemente, cruel y riguroso paso del tiempo
  2. la vacuidad de las vidas de las personas anónimas
  3. la turbia época del colaboracionismo francés

Todas ellas tienen un halo de pesadumbre e injusticia, independientemente de cuál fuera el final de la pobre Dora. Dora Bruder es un agujero en la memoria. Modiano ha hecho con Dora lo que no ha podido hacer la Historia.

Dora Bruder

Patrick Modiano inauguró el Paseo de Dora Bruder en 2.015

 

La Cartuja de Parma (Stendhal)

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La Cartuja de Parma (Stendhal)

¿Dónde está la auténtica cartuja de la ciudad de Parma a la que alude la novela cumbre de Stendhal? ¿Existe realmente? Alucinad con el dato, amigos lectores: ni la trama se desarrolla en una cartuja, ni se menciona este edificio sino en la última página del libro. Se ha cuestionado siempre el motivo de este título para la obra. Cosas de genios.

Pero pongámonos serios y eruditos, pardiez; La Cartuja de Parma ha sido siempre considerada por todos (los que son más listos que yo) como una gran obra maestra de la Literatura, y concretamente del realismo literario del XIX, que surgió como contraposición al romanticismo y a su idealización de los sentimientos. Ya hablamos de ambas corrientes en el post de Papá Goriot. No es gratuito que mi adorado Balzac la nombrase novela más importante de su tiempo. Y este dato, junto con la ardorosa recomendación que Bryce Echenique, entre otros, hacen de ella me animó a empezar la aventura.

Pues bien, no me ha parecido para tanto. Efectivamente, y tal como había oído decir, la historia acerca de Fabrizio, el protagonista, no es tan seductora como resulta ser el tratamiento de la psicología que Stendhal hace de los personajes. Parece ser que ahí está el quid de la cuestión, y lo que a mí me hace pensar que yo me he perdido algo en esta fiesta de culturetas.

Para empezar, Fabrizio del Dongo es un «señorito bien» de una noble y antigua familia italiana que no sabe qué hacer con su vida desde que descubre que su hermano (no son precisamente amigos) será el heredero del título y él solamente un segundón sin horizontes. Después de todas las andanzas a las que le lleva su indefinición e inmadurez, – entre las que destaca presentarse a luchar en Waterloo en favor de Napoleón sin llegar a saber si realmente ha participado en la batalla-, acaba preso en Parma. Allí su tía, la duquesa de Sanseverina, es una mujer influyente que mueve Roma con Santiago con tal de favorecer el destino de su preferido (y secretamente amado) sobrino Fabrizio, mediante lo cual intrigará sin descanso junto con su amante, el primer ministro conde Mosca, entre lo mejorcito de la corte parmesana.

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Toma ya fiestón, en cualquier corte europea, S.XIX. No tiene pinta de que sirvan garrafón.

Dicho esto, cabe destacar que he quedado maravillada con el sesudo y detalladísimo tratamiento de la actividad y mecánica de una corte de la época. También sobre la conciencia de nobleza, de clase aristocrática y superior, de la oligarquía y los  privilegios por mero nacimiento. Ya había leído antes a autores contemporáneos a Stendhal y también otras obras relativas a estos escenarios, pero pocas veces he visto tan claro el funcionamiento y las intrigantes relaciones entre sus participantes. De reality televisivo, lo juro.

 

 

 

Quo vadis (Henryk Sienkiewicz)

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Quo vadis (Henryk Sienkiewicz)

Finalmente empezó 2017. En este blog, el presente año comienza en el mes de Febrero. Palabrita de honor que soy una máquina con la lectura, pero ya sabéis eso de que los propósitos del año nuevo son bonitos de mirar. Pero desde el horizonte. Y que las ideas  de uno casi siempre viajan más rápido de lo que lo hacen tus dedos en un teclado, por lo que he tenido que posponer los post de todo aquello que he venido leyendo debido a ..»otros compromisos». Oye, sin dar muchas explicaciones y quedas como Dios.

Total, que me he decidido a ponerme de largo con Quo Vadis, que para todos aquellos que no lo sepáis viene a ser «¿Quién va?», pero en latín, que queda más aparente.

 

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Representación de naumaquia en El Coliseo, por Ulpiano Checa. 

En todas las novelas históricas se desarrollan una o varias historias personales dentro de un marco temporal en particular. También casi siempre pasa que ese marco sea lo más atractivo de la novela, cuando es solvente, está bien documentado y convincentemente contextualizado con la trama. Quiero decir que si te gusta la Historia entenderás lo que digo: que el autor consiga esa envolvente sensación de que tú estás allí. Independientemente de que el protagonista sea un tío/a aburrido/a o un personaje fascinante. Ése es el principal motivo que nos lleva a leer novela histórica. Porque en otro caso bastaría con leer novela, y punto.

 

Dicho esto, Quo Vadis se desarrolla (deslumbrantemente) en la Roma de Nerón. Este personaje llegó a ser emperador tras el asesinato de su tío, quien previamente lo había adoptado como hijo, Claudio.  Ha pasado a la Historia como un gobernante cruel, histriónico y extravagante. No se sabe hasta qué punto se le juzga desde la leyenda o desde las referencias contemporáneas a él que nos han llegado, pero lo cierto es que su terrorífica persecución hacia los cristianos parece suficientemente documentada.

 

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Famosa escena de «Quo Vadis» en que Ligia, hija de un rey bárbaro y esclava en Roma, es sacrificada junto a un toro para disfrute de los romanos en un festival.

 

Tomando el hilo de lo anterior acerca del marco histórico, sobre el planteamiento de Sienkiewicz en Quo Vadis: las tensiones políticas del momento, el funcionamiento de la política interior, la figura del propio Nerón (más o menos verídica), la exposición de la sociedad romana, especialmente de las clases altas pero también de las más bajas, consiguen que te veas estupendo con tu toga desde el momento que abres el libro.

En contraposición, las historias personales no me gustaron. La historia de amor es bastante ñoña (bella esclava enamora al amo), aunque no sé hasta qué punto la asocio al recuerdo de la famosa película que se rodó en los años dorados de Hollywood, donde por cierto no ha habido un Nerón más acertado en el mundo mundial que aquél de Peter Ustinov.quo-vadis-01-magazine-ined21

Instrumental: Memorias de música, medicina y locura (James Rhodes)

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Instrumental: Memorias de música, medicina y locura (James Rhodes)

¡Cómo nos gusta una buena biografía! Una de las cosas más cautivadoras cuando empiezas a leer un relato que pudiera reflejar, con mayor o menor acierto, las andanzas de otro es poder descubrir sitios, profesiones, ilusiones y anhelos que nos son del todo ajenas. No entiendo la música clásica, la disfruto en la medida de lo posible, pero digamos que mi concepto de ella es de algo vetusto, aburrido y casposo. Una de los grandes, sino el mayor, de los objetivos que James Rhodes consigue con creces en «Instrumental» es que te sientas atraído por toda esta pasión. La música clásica se la pone dura, y cito textualmente. Rhodes es un concertista totalmente desconocido para analfabetos de la música clásica como yo, aunque ciertamente vive de tocar el piano por todo el mundo, y no vive nada mal. Tenéis que entender la importancia que supone que sólo leyendo a un tío relatar el éxtasis que le supone escuchar algunas piezas clásicas sea capaz de transmitirte la vehemencia y el sentimiento, tan sólo a través de unas letras en un papel. Tenéis que probarlo. Me quito el sombrero.

James Rohes

James Rohdes aborrece la imagen estirada y snob que mantiene la música clásica. Viene a ser una especie de Kurt Cobain de los pianistas. Mola.

Dicho esto, lo cual creo que para Rhodes era una de las intenciones más destacadas en «Instrumental», tengo que relatar lo que ha supuesto descubrir el cruel mundo de los abusos sexuales infantiles y sus terribles, terroríficas consecuencias. A estas alturas quien más y quien menos sabrá por boca del propio Rhodes que fue sometido a abusos sexuales (violaciones, como él mismo los denomina, sin paños calientes) continuados durante 5 años. El infierno que le supuso este hecho a lo largo de su vida llega a impactarte tan profundo, que es posible que «Instrumental» sea un trago ciertamente amargo para 99e7a53b35e3ae63f40cdfaf57d3d4d6algunos lectores.

No voy a contar aquí lo que Rhodes cuenta en «Instrumental» en primera persona, que para eso ha dedicado tanto esfuerzo. Parece que su intención con todo ello ha sido, no solamente la recurrente expiación personal por todo lo sucedido (que incluye apocalípitica espiral de drogas, alcohol y suicidios, entre otros aterradores episodios) a través de unas memorias, sino una gigantesca llamada de atención sobre la pedofilia en nuestros días: su involuntaria aceptación, su velada incitación y su inconsciente consentimiento sociales. Y todo esto lo cuenta con un aire macarra irresistible.

 

Después de años de terapias (y otros episodios menos constructivos de los que no daré detalles), actualmente James Rhodes se dedica en gran parte, incluso gratuitamente, a promocionar y dar voz, respectivamente, a la música clásica y a las víctimas de abusos infantiles, los dos grandes acontecimientos que marcan su trayectoria vital.

 

Por si no conocéis el dato, la publicación de «Instrumental» supuso un árido litigio en tribunales con su exmujer, llegando incluso a la prohibición del libro al considerar que unas memorias tan crudas, con unos relatos tan brutales, podrían dañar moral y psicológicamente al hijo del autor. Como ya os habréis podido imaginar Rhodes ganó finalmente, y ahora todos sabemos que Johann Sebastian Bach -otro tarado, en palabras del autor-, es capaz de resucitar a un muerto y traerlo desde el infierno a una sala de conciertos.

Rhodes celebra el fallo a su favor que le permitió la publicación de «Instrumental». (Foto The Guardian)