Archivo de la categoría: Novedades novedosas 2014

El jilguero (Donna Tarth)

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El jilguero (Donna Tarth)
Donn Tarth. Comunidad Lectora

La enigmática Donna Tarth: Vive en una granja en Virginia y escribe un libro cada 10 años. Apenas concede entrevistas. ¿Hay algún punto del patrón ‘escritora de culto’ que no cumpla esta mujer?

Acabo de terminar este libro esta misma tarde. Me ha parecido tan inmenso que no he podido evitar ponerme a escribir inmediatamente sobre él. He estado echando un vistazo a lo que se dice de El jilguero en la red, aunque en realidad ya sabía que Donna Tarth es una de las autoras norteamericanas más notables – yo creo que tiene un halo europeo que hace de ella la escritora bohemia, al estilo al que anhlea y aspira todo buen cosmopolita norteamericano, es decir: un «Dickens en París», mezcla de talento, misterio y glamour -. También supe que Amazon había galardonado a esta novela como ‘Libro del Año’; y luego, ¡ZASCA!, se lleva nada menos que el Pulizter 2014.

Donna Tarth es una autora muy poco prolífica, escribe una obra cada década, aproximadamente. Pero si con su primera novela, ‘El secreto’, ya disfrutó de un rotundo éxito, a la tercera, ‘El jilguero’, se le ha llegado a considerar una de las obras maestras de inicios del S. XXI. He podido ver la única entrevista que la autora ha concedido para hablar de esta maravillosa obra, (subtitulada: aquí) y la verdad, me ha decepcionado un poco escucharla hablar de cosas que no eran,  exclusivamente, el libro. Porque me ha dejado tan obsesionada que necesito saber más sobre ese laaaaargo proceso de creación. El jilguero ha sido escrito durante 10 años. ¡¡Diez añazos!! ¿Pero vosotros recordáis dónde estábais hace 10 años! La agenda de Donna Tarth no debe tener muchas páginas… Lo que sí es cierto es que mantiene ese aura de intelectual misteriosa, que no concede entrevistas, admirada, inalcanzable. Un poco la Greta Garbo de las letras norteamericanas. Yo sigo diciendo que, de todas formas, a estos yankees les va mucho esto de adornar las cosas de un resplandor peliculero, pero a lo que íbamos…

No sé si voy a ser capaz de hacerle el suficiente honor a esta obra al hablaros de ella. Simplemente: inmensa.  El jilguero es un libro redondo. No sólo la trama es difícilmente definible (tranquilos, lo voy a intentar) por sofisticada, sino que ésta se desdobla lo suficiente como para no ser lineal, sino que tiene suficientes giros como para abarcar estilos como la novela negra, el drama, o la novela juvenil, evitando siempre finales predecibles. Destila de todo, pero lo francamente difícil de describir, y a la vez una de las razones por las que es tan hipnótico es ese nivel de in-ti-mi-dad. Con Theo, con su entorno, con su trabajo, con su drama, con sus adicciones. Con el cuadro.

Tampoco había oído yo antes nada sobre el cuadro que tiene tanto valor en esta historia como Theo y que se llama precisamente igual que la novela. Parece ser que su autor, Carel Fabritius, un pinto flamenco del S. XVII, también tiene una historia detrás, debida sobre todo a su prematura muerte y a la falta de datos acerca de su vida. Por supuesto, he estado informándome todo lo que he podido sobre él porque no puedes terminar este libro sin ir derecho a Google a verlo, aunque sea a través de píxeles. Con todos ustedes, El jilguero de C. Fabritius.

El-jilguero, de C. Fabritius. Comunidad Lectora

Los pensamientos del protagonista te llevan muy lejos. Lo compadeces. Lo entiendes. Lo puedes sentir. Las últimas 10 páginas son de un filosófico que, lejos de asustar, te deja convulso pero con los ojos muy abiertos. De sorpresa y admiración, se entiende, no es que provoque ataques epilépticos a lo ‘Pokemon’. Y, una vez terminado el libro (ojito, son más de 1.100 páginas), sigues con esa sensación de vértigo. Vértigo profundo pero muy racional, analizando en soledad, con el libro en la mano, esas reflexiones sobre qué es ser uno mismo, las sensaciones que nos produce enfrentar la realidad, y también todolo contrario: qué sentimos cuando traspasamos la línea porque queremos ser algo que no somos, no poder elegir, a pesar de todo. Y por supuesto, sobre el arte.

En fin, el caso es que otra de las peculiaridades que me ha dejado sin aliento con esta novela es el nivel de descripción de los mundos que trata: la orfandad, el arte, shock post-traumáticos, el mundo de las antigüedades y la restauración (con detalles de una profesionalidad increíble), las drogas, la alta sociedad neoyorkina, el mundo del crimen organizado. De todo sabe estar mujer y todo lo expresa con una rotundidad que es invetable pensar si tirará de experiencias propias a la hora de documentar las vivencias de Theo. Que no son pocas (acompañamos al protagonista desde su pre-adolescencia hasta una madura juventud), y teniendo en cuenta, como decía antes, ese grado de intimidad en que logra Tarth que te veas involucrado como lector. Parece que estés leyendo el diario de alguien muy cercano, de un familiar, de un hermano.

Añadir, por último, porque merece una mención, la calidad de la escritura, la elección de las palabras y la traducción. Lo dejo en un sólo epíteto, para que no quede muy empalagosa la crónica: sublime.

Tulipanes de Marte (Javier Yanes)

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Tulipanes de Marte (Javier Yanes)

El regusto final al terminar «Tulipanes de Marte» puede que sea quizá un poco de… cierta sorpresa. Me explico: esa mezcla de géneros literarios, mezcla que vamos adviertiendo según vamos avanzando en esta historia, comenzando por la novela juvenil y acabando con la ciencia ficción, le deja a uno cuanto menos un poco desconcertado. Ojo, no es que eso sea malo. Pero desorienta.

De primeras tenemos la sensación de estar leyendo una novela juvenil de las que nos mandaban leer los profesores de literatura en el instituto; en esta parte se describe la infancia en Kenia del protagonista, Ismael, un chaval de padres españoles que vive despreocupadamente en una casa que comparte con la familia de Samuel, su «medio hermano». A ambos se les une una compañera de colegio, Nadine, y juntos vivirán las tópicas aventuras juveniles que tanto acaban por marcarnos a todos los mortales. Digamos que esta parte de «Tulipanes…» es donde he encontrado ciertos los momentos más… ¿ñoños?

Después de aquella etapa, y como siempre suele suceder, la vida de cada personaje acaba siguiendo distintas trayectorias, lo que hace que vayan madurando en función de sus respectivas vivencias para acabar por separarse, aunque sólo de forma temporal. Como podéis deducir, hasta aquí aparentemente «Tulipanes de Marte» nos ofrece una trama más o  menos despreocupada y relativamente atractiva. Aquí es donde conoceremos las experiencias más emocionalmente intensas en la vida de Ismael, y por lo que acabará siendo la persona que es en la tercera y última parte de esta historia. Parece que la trama se va complicando y aquí tenemos ya sensación de estar leyendo otro tipo de novela, más adulta.

Con motivo de un trágico suceso, la vida del protagonista de un giro de 180 grados, haciéndolo también la historia de Yanes. Parece que ha sido con «Tulipanes de Marte» que el autor ha decidido aprovechar sus recursos como escritor de artículos científicos, así que nos puede dejar algo sorprendidos semejante cambio de tercio. Pero esto no es nada con lo que seguirá en la siguiente parte de la historia de Ismael… Y hasta aquí puedo leer 😉

Javier Yanes. Comunidad LectoraDe primeras, este refrito de géneros no acabó de convencerme. Quizá es por ello que «Tulipanes de Marte» me ha gustado a ratos. Sin embargo, los ratos en los que he disfrutado, he disfrutado mucho. Creo que Javier Yanes escribe bien, sin profusas grandilocuencias petardas, pero tampoco nada en verdad destacable que salga de lo estrictamente «correcto», literariamente hablando. Las partes en las que el protagonista se dirige al lector, narrando sus vivencias «actuales» en primera persona, manteniéndote intrigado con esa situación que describe a medias, para finalmente llegar a sorprendernos cuando ya creemos que tenemos una teoría sobre lo ocurrido es asombrosamente fantástico. Sus experiencias como viajero y su vida en Kenia le permiten recrearse en la descripción de paisajes y ambientes. Él lo describe muy bien en su página web. También he encontrado que en algunos pasajes peca un poco de pomposo y hasta cursi. Y cito, por ejemplo, una de sus descripciones de Sevilla: » […] con una zambullida desde la misma cresta donde rompían, sobre el albero remansado de los jardines de Murillo, las olas de cal y de cemento de la judería […]». ¿Pelín empalagoso, quizá?

En cualquier caso, para quien quiera acercarse a algo entretenido que le permita evocar paisajes exóticos, infancias lejanas, relaciones perdidas, personas nunca del todo olvidadas y combinarlo con la vida extraterrrestre, que no se pierda «Tulipanes de Marte».