
El germen inicial para Sorry es la puesta en marcha por parte de 4 amigos de una empresa dedicada a disculparse en nombre de otros ante un tercero. Puesto que esto es novela – y por tanto ficción – dicha empresa tiene un inusitado éxito, partiendo de la premisa de que los acuden a ella asumen que así se eximen de aceptar la propia culpabilidad. Cuestión más que discutible, amigos. Porque de lo que se trata realmente es que se da por hecho que existe quien no sea capaz de pedir disculpas por sí mismo.
El perdón, la culpa, el arrepentimiento, son cuestiones pero que muy intensas por lo que tienen de íntimas, a la vez que se trata de profundos y a menudo vergonzosos sentimientos que compartimos todos los que nos consideramos en algo humanos. Ya lo expuso sabiamente Dostoyesvki.
El juego de asumir o no responsabilidades y aceptar que otro lo haga por nosotros, aún con transacción económica de por medio, va a ser la espina dorsal de todo lo que acontezca en esta historia.

Los protagonistas montan una agencia y se mudan a una increíble mansión a orillas de un lago en Berlín. Y podría ser como ésta misma, mirad qué ideal para una novela de crímenes.
Ahora bien, lo cuestionable de lo productivo que pudiera ser el tinglao no debe distraernos más de dos minutos, puesto que sólo se trata del pistoletazo de salida para la oscura y mórbida trama real de novela negra que nos tenía reservada Drvenkar. Hasta ese momento Sorry puede hacerse densa y hasta aburrida con tanta presentación de la psique de los protagonistas. Pero el giro en la historia es inesperado y tiene bastante de macabro. No seré yo quien haga ningún spoiler. Desenredar esa madeja os va a llevar a otra serie de siniestras urdimbres sobre la psicopatía, personalidad múltiple, pederastia, remordimientos. El maravilloso mundo de el bien y el mal, con todo aquello que quita el sueño a los filósofos desde el albor de los tiempos. Lo explica mucho mejor el propio autor en el siguiente vídeo de Canal L.
Como colofón: para hacer una buena novela negra no hace falta tanta profundidad en los espíritus retratados; tampoco tantos saltos en el espacio/ tiempo. Basta con un buen crimen y una serie de pistas que no nos hagan perder la paciencia y nos dejen sorprendidos y sin aliento justo en la página final. En ese sentido Sorry cumple dignamente, no dejando ningún cabo suelto. Aunque a menudo resulta apelmazado a la hora de mantener la intriga y confuso en la narración de sus tramas. Fue premio Friedrich Glauser 2010 a la mejor novela negra de Alemania, Suiza y Austria.