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Los asquerosos (Santiago Lorenzo)

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Los asquerosos (Santiago Lorenzo)

Santiago Lorenzo es uno de esos autores con trayectoria; no solo en lo que a las letras se refiere, sino en el  mundo cultural en general. Su recorrido incluye el ámbito del cine, como guionista y director, pasándose después al mundo de la escenografía y muñecos de animación. Finalmente decidió dejarlo todo y vive en una aldea, cual escritor de culto underground, dedicado a la literatura.

«Los asquerosos» no es su primera novela, pero sí ha sido con la que ha pegado el petardazo este pasado 2.018, con unas ventas inusitadas en el mundo de las pequeñas editoriales, llegando a colocarse en la lista de los más vendidos , y dejando tras de sí aquello de ser buenísimo para unos pocos.Santiago Lorenzo. Comunidad Lectora

Las aclamaciones y buenas críticas a la prosa de Santiago Lorenzo por parte de otros autores que aparecen en la faja del libro, ya se merecen que su madre las ponga en un marco en la pared de casa. En la entrada, con todo el orgullo.

En pocas palabras: se le considera un soplo de aire fresco, perfecta combinación de  profundidad y comicidad. Este alquimista equilibrio del 50% es delicada, pero no suele fallar. Me gusta el decálogo que le han hecho a «Los asquerosos» en El Periódico.

La historia es lo más importante. Partiendo de una infelicidad de origen, con bastante de crítica social, siempre con mucho humor. Por sus formas cómicas recurrentemente se le compara con autores más clásicos como Jardiel Poncela, Eduardo Mendoza o Mihura, ¿por qué? Pues porque todos ellos nos ponen delante una realidad bastante cruda, pero siempre percibida con unos anteojos (los suyos) que hacen al mundo un lugar ridículo y caricaturesco.

¿Qué puedes encontrar en «Los asquerosos»?

Manuel es un chaval esclavo de las condiciones sociales y laborales de este siglo. Hijo único, desatendido por sus padres, se busca la vida a través de un injusto y explotador trabajo que le permite malvivir en una infravivienda del centro. ¿Te suena? Su vida cambia radicalmente cuando se encuentra con un policía antidisturbios, y de manera ilógica y contra todo pronóstico, el herido es el otro. Su huida y devenires son narrados por una tercera persona. Sin diálogos.

La estepa española. El aislamiento, bien como necesidad, bien como imposición. Salvación en algunos casos, lamentable motivo de abandono del entorno en otros. La tristísima despoblación.

La tecnofilia y el urbanita «cuñado». Dependencia de las nuevas tecnologías, de la proyección de una vida ideal y falsa. El querer aparentar y saber de todo.

El vocabulario. Cientos de palabras inventadas, muy a lo Poncela. Sustantivos, epítetos,  a veces complejas comparaciones y giros lingüísticos.

Dimensión política. El sucio fluir del apestoso torrente de insatisfacción vital, explotación laboral, soledad, el abuso de poder o la injusta legislación, que se percibe a través de toda la narración.

Por lo demás, la clásica y machacona crítica a la burguesía (clase media, clase trabajadora, quiero y no puedo… lo dejo a vuestra elección) en sus más sutiles aspectos, puede acabar siendo un pelín repetitiva.