Metafísica de los tubos (Amèlie Nothomb)

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Metafísica de los tubos (Amèlie Nothomb)

Muchos de vosotros conoceréis, aunque sea de oídas a Amèlie Nothomb, una jovencísima autora belga que lo petó con su novela «Estupor y Temblores». Por cierto, que recomiendo a todo el mundo su lectura porque además del particular estilo de Amèlie para contar historias, en este caso está también la historia en sí misma: veréis que la realidad puede en ocasiones superar a la ficción, ciertamente.

Nothomb pertenece a una familia belga acomodada, de padre diplomático, por lo que ha vivido en países tan exóticos como China, Japón (ella nació en Kobe), Birmania o Bangladesh. Ya podéis imaginar que con ese recorrido tendrá muchas cosas que contar en sus obras. Pero como suele suceder en estos casos, a todo esto se suma su propia y particularísima percepción de la vida, las personas, las relaciones, y sus vivencias personales como individuo digamos… un tanto diferente. Yo, obviamente, no tengo la suerte de conocerla en vivo y en directo, pero habiendo leído alguna de sus novelas no me cabe duda de que debe tratarse de alguien extravagante e insólita.

Como también hemos visto en otros casos de autores de recorrido vital similar al de Amèlie Nothomb (véase por ejemplo, Bryce Echenique), a menudo estos parten de hechos biográficos para construir algunas de sus obras. Éste de «Metafísica de los tubos» es un ejemplo de ello. A pesar de su título tan científicamente estrambótico, se trata sencillamente de una novela construida a partir de los primeros recuerdos de la autora en su más tierna infancia, en Kobe (Japón). Después de llegar a los dos años y medio en estado de tubo (¡!), la pequeña Amèlie despierta al mundo por obra y gracia de un «milagro» propiciado por su abuela que le descubre el sentido de la vida: el placer. En «Metafísica de los tubos» podemos comprobar la contraposición entre su extravagante forma de entender el mundo, de la que ya hemos hablado, con la curiosa manera en que los nipones tratan, educan, miman y consideran a los niños. Os prometo que no tiene desperdicio.

Su interpretación de la cultura japonesa para con la infancia (¡curiosísima, por otro lado!), unida a la percepción inocente de realidades como la naturaleza , o de la muerte por una Amèlie cándida de dos años y medio hace que de verdad que sea una maravilla leer las descripciones tan emocionales, tan espirituales, tan, tan… orientales que hace de los paisajes o de las sensaciones que experimenta al bañarse en el mar, por ejemplo, o al observar las flores de su jardín.

Todos los personajes son absolutamente reales. De hecho, en la edición española, la portada es una fotografía de la propia autora junto con su querida hermana Juliette. Yo he preferido incluir en el post la edición en francés, donde es la propia Amèlie la que aparece retratada con cara de sorpresa, porque es justo ésa la predisposición para empezar a conocer e interpretar el mundo que ella traslada en este relato autobiográfico.

Después de leer «Metafísica de los tubos« y conocer de primera mano la forma en que Nothomb aprendió a leer sola o su total convicción de ser un pequeño e ingenuo dios, puede que también sea ésa la expresión que nos queda a los lectores.

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  1. Me encanta esta autora y me encantó este libro. Mucho humor y un gran sentido de la sensibilidad (uy, que Jane Austen me ha quedado esto, jejeje)

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